martes, 26 de junio de 2012

Responsabilidad



Diccionario emocional: somos responsables de lo que decidamos libres y a conciencia. Es una elección

Por Eduardo Chaktoura

Intentemos abordar el desafío de hoy de la manera más relajada posible, pero a conciencia. De por sí, la palabra responsabilidad, más allá de remontarnos a un compromiso, suele colmar a muchos de agobio, culpa y ansiedad. Es que salvo una gran parte de los menores de 30 años (la llamada generación Y), la mayoría crecimos bajo la cultura del sacrificio, el deber ser y el hacernos cargo de lo nuestro (y algunas veces, un poco más también).

No es una queja ni un intento por sentirnos menos comprometidos con la vida, sino una observación de cómo pudo haber resultado nuestra configuración biológica, genética y cultural.

El alumno responsable, el empleado ejemplar, el padre y la madre modelos y el yerno que toda suegra quiere tener. La expectativa, la exigencia, la perfección y la obligación. El chanta, el vago, la oveja negra y el inmaduro. La ley del menor esfuerzo, la falta de voluntad, la falta de estímulo y las lecciones esenciales de compromiso y recompensa.

Somos lo que aprendemos y, con el tiempo, lo que logremos resignificar para el cambio que creamos oportuno, en pos de un proyecto de vida adulta y responsable. Todo, claro, dependiendo de otros factores y posibilidades (personales y del afuera): según a qué o a quién decidamos atribuirle lo bueno y malo que pueda pasar. En esta línea, no estaría demás revisar cuántas veces nos responsabilizamos de lo nuestro y de los otros en forma desmedida para ganar poder, control, reconocimiento o afecto.

Entonces, ¿de qué deberíamos hacernos responsables?

Hay cuestiones básicas que nos ayudan a definir lo esencial del concepto, sin por eso destinar la responsabilidad a un lugar negativo y poco saludable.

Por esencia, la responsabilidad es un valor que está en la conciencia de cada uno. Hay una escala, un registro moral en el que se fundan y valoran nuestros pensamientos, emociones, actos concretos y actitudes.

Las leyes, códigos y otras normas buscan ordenar la responsabilidad civil, jurídica y social. Pero están las leyes personales, las que regulan nuestros pasos, las que, como tantas cualidades y virtudes, se heredan, se aprenden y se enseñan con o sin premios ni castigos. Desde que tenemos conciencia de la voluntad de nuestros actos, solemos asociar la responsabilidad con una consecuencia, sea justo o no, feliz o infeliz el final del cuento.

Si me porto bien, me comprarán eso que quiero. Si soy buen hijo, mis padres me darán su aceptación y reconocimiento. Si estudio, tendré buenas notas. Si trabajo, ganaré más y alcanzaré el progreso. Si respondo a lo que el otro desea, me querrá hasta que la muerte nos separe... Cuántos dejan de ser responsables por haber sido exigidos o desvalorizados. Somos, en definitiva, responsables de lo que decidamos libres y a conciencia. En este sentido, la responsabilidad aparece como una elección. Desde este punto de vista más preventivo, ¿de qué y de quién elegimos hacernos responsables?



http://www.lanacion.com.ar/1438707-responsabilidad

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