lunes, 20 de abril de 2009

Por qué a veces, saboteamos nuestro éxito...

"A ver, espera un momento... ¿Saboteamos nuestro éxito? Querrás decir que alguien más nos comete sabotaje, nos impide crecer, pero ¿yo?". Tal vez se haga usted estas preguntas en este momento y lo comprendo, porque yo también pensaba automáticamente así en el pasado.

La idea que quisiera contarle es acerca de un concepto muy importante a tomar en cuenta en todo lo que nos sucede en nuestra vida y que explicará a muchas personas por qué les pasa lo que les pasa. Y tiene que ver con nuestro inconsciente (sí, ahí va de nuevo esa palabreja).

Pero antes de contarle este concepto que cambiará su vida para siempre, déjeme compartirle una historia. Una historia de alguien como yo o como usted, como cualquiera de hecho.

Juan es un hombre de unos cuarenta años, más o menos, divorciado y con un negocio que ya tiene varios años tratando de levantar pero parece que la cosa nunca terminará de arrancar.

En cierto modo se puede decir que es un individuo auto motivado, pues se mantiene luchando al decirse a sí mismo incesantemente que si sigue intentándolo, finalmente lo va a lograr.

A veces se desespera y piensa que nada en el mundo tiene sentido, en otras ocasiones se siente que va en el camino y que todo es cuestión de tiempo.

Sin embargo, con el tiempo, se puede decir que son más las dudas que las certidumbres en su vida y esto lo coloca frecuentemente en estados emocionales de desánimo y mal estar, lo que lo lleva a seguir teniendo dificultades como producto de estos estados emocionales.

Juan tiene mucha información al respecto. Ha estudiado muchos programas, leído muchos libros y escuchado muchas conferencias acerca de auto ayuda, hipnosis, desarrollo personal, etc., y sabe que necesita sentirse positivo para que las cosas funcionen como él quiere. Pero no puede, o no le ve ya el caso.

Ciertamente las cosas han mejorado gradualmente con los años, pero sigue experimentando básicamente los mismos problemas y cuando parece que ya todo se va a componer, algo sucede que lo regresa a su triste realidad.

Juan sabe mucho, sí, pero no se da cuenta de que tiene un poderoso enemigo trabajando para que viva el tipo de vida que está viviendo, y trabajando desde su interior.

Y de hecho, en realidad no es un enemigo, pues sólo está haciendo lo que considera más adecuado para nuestra vida, psicológicamente hablando, claro está.

Como no podemos llamarlo ni amigo ni enemigo, lo llamaremos factor. Y este factor ha estado trabajando silenciosamente en nuestro interior por años. Sin Juan saberlo, se ha ido alimentando de las energías más poderosas de nuestra vida, de las enseñanzas de nuestros padres, maestros o personas de importancia en nuestra vida.

Este factor esta íntimamente aliado con nuestro inconsciente para compensar nuestra existencia y alinearla en relación a sí mismo. Nuestra vida no puede violar las reglas de este factor y, si lo pensamos con cuidado, toda ella está diseñada en torno al dichoso factor.

En algunas personas, el factor los ha llevado a cometer actos de grandeza enorme, aunque al final les haya costado hasta la vida misma. En otras, las personas afectadas por un exceso en el factor, no han podido más que hacer o diseñar una vida miserable.

Lo paradójico es que una cierta dosis de este factor es ciertamente sana, mientras sepamos la fuente o el origen del mismo y esté controlado o colocado en el marco correcto.

Y como le comentaba al principio, este factor explica total y convincentemente por qué nos pasa lo que nos pasa o por qué hacemos lo que hacemos. Y lo más complicado es, según mi experiencia, aceptar su existencia. Encuentro que la mayoría de las personas tienen severos problemas para descubrir su existencia, pero cuando lo logran la experiencia es próxima a la iluminación, por cuanto nos libera y hace sentir casi en el éxtasis.

Cuando nos damos cuenta de que este factor ha estado trabajando sobre premisas absolutamente falsas, realmente nos sentimos liberados y es cuando podemos alcanzar plenamente nuestro potencial como seres humanos.

Y este factor, pues, es un programa inculcado profundamente en nuestro inconsciente para trabajar siempre, a cualquier hora y en cualquier condición. Su nombre (finalmente) es "la culpa".

La culpa ha sido implantada firmemente en nuestro sistema nervioso como un mecanismo para generar conductas adecuadas o correctas. Cuando hacemos algo mal nos sentimos culpables. Y toda culpa sólo se elimina cuando hemos pagado el precio de nuestros actos.

Juan no lo sabe, pero él se siente culpable por muchas cosas. Tantas que ni siquiera las recuerda. Pero podría ser simplemente "el daño por el que pasaron sus hijos durante el divorcio", o "todo ese tiempo en que no le dirigió la palabra a sus padres" o "todas aquellas cosas que hicieron enojar a los demás o les han causado vidas miserables", "por mi culpa".

En muchos casos, son otras personas las que lo han convencido de que por su culpa, su vida es mucho peor. En otras, ni siquiera hizo falta que alguien se lo hiciese notar pues él solo se dio cuenta, desatando de manera automática el mecanismo de compensación llamado "culpa", hábilmente instalado en su interior.

¿Cómo funciona la culpa? Muy fácil. Una vez implantada, las cosas funcionan así: primero cometemos el acto en cuestión que causó un grave problema a alguien importante para nosotros; después sentimos la necesidad de reparar el daño, pero por alguna circunstancia ya no podemos. A continuación, nuestro inconsciente se encargará de compensar nuestra vida para que toda ella sea un pago por nuestro exceso, haciendo que nuestro negocio fracase, haciendo que nos despidan del trabajo, que la persona que amamos nos desprecie, lo que sea.

A nivel consciente yo no quería que nada malo me pasase pero a nivel inconsciente me ocurre exactamente todo lo que me merezco. Inclusive, me puedo convertir literalmente en un adicto al castigo, de una culpa que jamás podrá ser curada.

La culpa es el Karma occidental. Pero, ¿se puede vivir sin culpa?

La respuesta es sí, se debe vivir sin culpa y se debe vivir con responsabilidad.

Estos son 3 pasos para vivir sin culpa y aceptar plenamente nuestras responsabilidades:

Paso 1: Si existen aspectos que no prosperan en su vida a pesar de todos sus intentos, descubra si tal vez, esto está pasando porque está tratando de pagar una culpa impagable.

Paso 2: Recuerde ser responsable en lugar de culpable, pero sobre todo pensando en el presente y no en el pasado. Recuerde ser responsable de:


No desearle jamás mal a nadie.


Únicamente desearles amor, paz y prosperidad ilimitada a los demás.


Responder con habilidad a los retos que la vida nos lanza como respuesta a nuestras solicitudes.


Elegir sus estados emocionales.


Sentirse la mayor parte del tiempo y fundamentalmente bien.


Su destino.


Paso 3: piense que si usted es responsable de la totalidad de su vida, entonces los demás son responsables de la totalidad de la suya, ¿cierto? Nuestros actos y palabras no tienen significado per se, sino el que nosotros y los demás le dan. Ciertamente a veces cometemos actos que, tal como los demás tienen establecidas sus vidas, les causan daño. A veces son intencionales, cierto, y a veces no. Y cuando sí lo son, haga todo lo posible por reparar el daño. Esa es nuestra responsabilidad. Y se encontrará con muchas personas que buscaron inconscientemente que usted les infligiera ese daño, posiblemente para pagar una culpa interna. En esos momentos, ¿realmente sirve de algo sentirse culpable por el resto de su vida?

No importa qué tanto sepamos del éxito, la Ley de la Atracción, etc., si estamos inconscientemente pagando una culpa, nada funcionará.

Descubre tus culpas, dales un amoroso recibimiento en tu vida y acto seguido, despídete de ellas sabiendo que tu camino al éxito ya no tiene obstáculos.

Y si no eres capaz de descubrirlas y desenmascararlas, por el amor de Dios, no te sientas culpable.


Piense en ello.

Francisco Cáceres Senn

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