viernes, 24 de noviembre de 2006

"MEDITACION EN LA LUZ"

Previo a la meditación debemos hacer algún tipo de Relajación.
 
Para esto uno se sienta en un lugar donde esté cómodo y sin perturbaciones. Siempre con la columna vertebral derecha. Comenzamos a aquietar el ritmo de nuestra respiración gradualmente. Con los ojos cerrados visualizamos la Luz de la llama de una vela. Cuando logremos verla con cierta nitidez la acercamos a nosotros y la instalamos en nuestro interior.
 
Visualizamos la Luz en nuestra cabeza, en los órganos visuales y auditivos, limpiando toda impureza que haya en ellos. Llevamos la luz a los ojos y pedimos ver sólo lo bueno, a los oídos y pedimos sólo oir lo bueno, a la boca y pedimos sólo hablar lo bueno.

Llenamos de Luz nuestro corazón, pedimos que nuestras emociones sean siempre buenas y llenas de amor. Seguimos con los pulmones y sentimos cómo ingresa luz, paz y amor con cada respiración.
Iluminamos el plexo solar, el abdomen y los órganos internos y sexuales.

Vemos todo el cuerpo lleno de Luz.
 
Nos vemos rodeados de Luz e irradiando Luz hacia los demás.
 
Vemos cómo la Luz llega a nuestros familiares y amigos, a nuestra casa, a nuestro lugar de trabajo o estudio, a la gente que sufre, a los hospitales y cárceles. Iluminamos toda la ciudad donde vivimos.
 
Luego la Luz se extiende a todo el país, bendiciendo a toda su población y sus gobernantes.
 
Rodeamos al mundo entero con Luz, enviando amor y paz a los lugares de conflictos y los lugares más necesitados.

Vemos el sistema solar, la galaxia y el Universo entero repleto de Luz Divina.
      
Descubrimos que somos esta Luz, somos Luz Divina.
 
En este momento tan profundo visualizamos a nuestro Maestro (de acuerdo a la religión y creencia de cada uno), hacia quien nos acercamos y damos un hermoso abrazo.
 
Nos fundimos con esta Luz y Amor y permanecemos un rato ahí.
 
Finalmente comenzamos a volver a nuestro estado de vigilia, distendiendo los músculos lentamente y volviendo al ritmo respiratorio normal, para luego abrir los ojos y concluir así la Meditación, tratando de conservar lo más que se pueda del estado de meditación en nuestra vida cotidiana.
 

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